12 sept 2014

Lección de economía

He leído en Walden acerca de los míticos cortadores de hielo que cada invierno acudían a la laguna. Me habría gustado ser uno de ellos; de haber podido elegir una profesión y no un camino, me habría entregado a ese afán de cortar con un hacha el agua cuando está más cerca de la madera que de seguir siendo agua.
Las capas de hielo, para conservarse como tal, deben permanecer muy juntas y ser lo suficientemente sólidas, gruesas. Una única capa no tarda en deshacerse bajo la mera presencia del aire, mientras que entre todas pueden mantener la temperatura durante meses o años, según cuenta Thoreau.
Con el dinero sucede lo mismo, pues se conserva mejor, a temperatura constante, cuando se junta con otras grandes cantidades de dinero. Pero yo habría querido ser rico en hielo cortado por mis manos porque sé que solo queda realmente lo que desaparece, y es de un brillante color azul casi inverosímil atravesado por vetas blancas.