1 jul 2014

Un sueño recurrente

Joan Pastrana me habló una vez de un sueño recurrente. Un sueño neutro, modestamente tranquilo, pero que de tanto repetirse acabó convirtiéndose en pesadilla. No contenía ningún elemento aterrador ni agobiante, todo era de lo más normal, incluso cotidiano. Según luego entendí, era la pura repetición de algo neutro lo que hizo de ese sueño una de las muchas, y a menudo peligrosas, obsesiones de Joan Pastrana.
Consistía en lo siguiente. Joan entraba con una lista de nombres en una sala de espera, donde había un grupo de personas sentadas en sillas plegables. En ocasiones, cuando acababa de leer todos los nombres de la lista, comprobaba que había más nombres en el papel que personas en la sala. Otras veces era al revés: había allí alguno que no había sido nombrado y que, cada vez más pequeño, miraba a Joan desde la orfandad de su súbito anonimato.
Él extraía muy diversas conclusiones de ese sueño. Hablaba de la muerte como de un gran descuido y lo relacionaba con la falta de recursos del planeta Tierra para abastecer a la población mundial. A menudo yo le preguntaba por cuántos de esos nombres recordaba al despertar, y sus respuestas, entre dientes, me parecieron siempre tan esquivas como preocupantes. ¿Estaría yo entre ellos?
No es raro pensar que todo este asunto de las listas y de los que, sentados pacientemente, esperaban a ser nombrados tuviera algo que ver con el inesperado despido de Joan Pastrana. Al fin y al cabo su trabajo de profesor incluía esos mismos elementos que, andando el tiempo, llegaron a aterrorizarle.